10 de marzo de 2010

Pobre país pobre


“Todo poder que no reconoce límites, crece, se eleva, se dilata, y por fin se hunde por su propio peso”. Louis Marie de Lahaye, vizconde de Cormenin (1788-1868), jurisconsulto y político francés.


El Instituto Nacional de Estadísticas, dirigido por el muy conveniente Elías Eljuri, afirma que la pobreza se ha reducido en Venezuela notablemente en el período de Chávez, que el analfabetismo está desaparecido del mapa y que el desempleo es de apenas el 7%.

Sin embargo cuando se revisan a fondo las encuestas hechas por el gobierno encontramos que nueve millones de venezolanos son declarados pobres, que tres millones se acuestan sin cenar, que el 28% de los niños están fuera del sistema escolar, que de 100 ingresos en la universidad sólo 14 se gradúan, que el 70% de los estudiantes de bachillerato no llegan a graduarse. En Venezuela hay un déficit de más de dos millones y medios de viviendas y el gobierno el año 2009 declaró haber construido 80.000, la cifra más alta en once años. En cuanto al empleo, se han perdido miles de puestos de trabajo con el cierre y expropiaciones de industrias y comercios. La fuga de talentos hacia el exterior producto de la falta de empleos estables en Venezuela es impresionante: se estima en 400.000 el número de profesionales universitarios que están trabajando en el exterior.

Todas estas cifras las traigo a colación por una reflexión a la que me indujo un trabajo de la Universidad peruana San Martín de Porres, titulado “La clave es la actitud” que intenta descubrir por qué hay países pobres y países ricos. La clave no está en la antigüedad: países con miles de años de historia como India y Egipto, son pobres, mientras que países muy jóvenes como Australia y Nueva Zelanda son considerados ricos y desarrollados. La diferencia tampoco está en los recursos naturales de que disponen: Japón no tienen tierras de cultivo o ganadería ni riquezas naturales y es la segunda potencia económica del mundo, importa materia prima que su poderosa industria la procesa y luego exporta. También está el caso de Suiza, que no produce cacao pero tiene la mejor industria chocolatera del mundo, no tiene mar pero sí una gran flota mercante, su seguridad y estabilidad la han hecho la “caja fuerte” del mundo. La diferencia tampoco está en los ciudadanos de los países ricos sean más inteligentes que los de países pobres: la prueba es que estudiantes de países subdesarrollados suelen ser excelentes alumnos en universidades de prestigio mundial. Ejecutivos de países ricos y de países pobres tienen niveles de competencia y creatividad similares. La diferencia tampoco está en la raza: los “desplazados” y refugiados africanos se han convertido en el motor de trabajo en Europa, así como los chinos y latinos en Estados Unidos y Canadá, por poner un ejemplo.

El planteamiento es que la diferencia entre unos y otros es la eficiencia en satisfacer las necesidades básicas de la población. La única forma de lograrlo es siendo prósperos. La diferencia entre los países pobres y los países ricos es la actitud. Según este estudio, en los países desarrollados los parámetros de conducta se resumen en las siguientes reglas: 1) La ética como principio básico 2) El orden y la limpieza 3) La integridad (honestidad) 4) La puntualidad 5) La responsabilidad 6) El deseo de superación 7) El respeto a las leyes 8) El respeto por el derecho de los demás 9) Amor al trabajo 10) Esfuerzo por logar la prosperidad. Son diez simples reglas cuya vigencia hace la diferencia entre pobres y ricos.

Venezuela es un país pobre: hay desempleo, falta de vivienda, carencia de educación, seguridad y servicios. Pero Venezuela tiene una hermosa historia libertaria, con unas riquezas naturales extraordinarias. Entonces ¿por qué somos tan pobres? Porque no aprovechamos los valores que en algún momento hemos tenido, esos que hicieron que nuestros bisabuelos, abuelos y padres, levantaran este país, lo construyeran, llenaran de escuelas y universidades y alcanzáramos el nivel de “país en vías de desarrollo” que tuvimos hasta finales del siglo XX.

¿Por que Haití es el país más pobre del continente? Fue el segundo país americano en liberarse del colonialismo, tenía tierras fértiles y oro, ubicación geográfica privilegiada y todas las oportunidades para surgir. Haití fue devorada por la flojera, se dedicaron a devastar las minas y los campos, dilapidaron toda las riquezas producto de ellas y no construyeron nada a futuro. No invirtieron en educación, se entregaron a religiones primitivas, se conformaron con sobrevivir. Sus políticos tampoco siguieron la ruta de la prosperidad para el pueblo, sino sólo para ellos. Las fortunas personales de los dictadores como los Duvalier se incrementaban en la media que el pueblo, inerme, empobrecía. 21 presidentes asesinados, dictaduras atroces y golpes de estado en cadena, exterminaron cualquier posibilidad de desarrollo. Los haitianos se acostumbraron a la pobreza, una pobreza integral de personas que preferían comprar un televisor antes que pagar un año de escolaridad a los hijos, ciudadanos mendigos del gobierno, dependientes de la ayuda externa, entregados a la mendicidad y la ociosidad. 80% de los haitianos viven en pobreza, comiendo de la pesca y la agricultura. El reciente terremoto puso al descubierto un país de casas de bahareque, pero con de televisor, cable y neveras. Un país de cartón, azotado por la peor plaga que pueda tener una nación: un pueblo conforme con su pobreza.

En Venezuela estamos presenciando con terror cómo los antivalores se están apoderando de esta sociedad. “Los venezolanos son buenos”, es el consuelo que pronuncian muchos al ver las conductas aberrantes de hombres y mujeres que irrespetan los derechos ajenos, que se entregan al odio más desenfrenado, a la violencia como única explicación de su ideología. El discurso bélico que tienen once años pronunciando el Presidente de la República y sus acólitos, finalmente está dando el resultado: vemos el odio en quienes invaden las tierras de propietarios que antes eran sus amigos, los protegían, ayudaban y daban trabajo. Vemos la sanguinaria complacencia en la desgracia ajena y la reacción de “¡Bien hecho, te lo mereces por golpista!”. Cada vez hay menos conmoción ante la muerte violenta de miles de venezolanos, víctimas de la negligencia gubernamental en controlar el hampa, de la criminal desidia del poder judicial en dar castigo. La pobreza es razón suficiente para sentirse autorizados por una revolución irresponsable a tomar lo que se quiera, ya sean tierras, un apartamento, una empresa. Nunca antes en Venezuela, ni siquiera en épocas dictatoriales, la ley había sido tan violada. La Constitución sólo sirve para hacer barquitos de papel, mientras los que se proclaman “revolucionarios” se sienten con derechos a robar, atropellar y humillar a quienes no comparten su tolda roja.

La infamia con que se trata a los presos políticos, a los periodistas, a medios de comunicación que como RCTV quieren seguir trabajando en el país con una línea independiente, a los productores y a los ciudadanos, que deben soportar toda clase de arbitrariedades por parte del régimen y sus milicianos, es la mayor muestra del retroceso humano, moral, de valores, que esta experimentando Venezuela. La penetración de sectas que nos son ajenas, el abuso descarado del poder, la corrupción, el rompimiento de todas las reglas de buena conducta, modales, ética, educación; la ofensa continua hacia la academia, el conocimiento, la ciencia y la cultura, hace notorio el acercamiento cada vez más dramático hacia etapas de salvajismo, primitivismo, barbarie, que ya creíamos superadas en el país.

El dinero fácil y mal habido, la carencia de educación y urbanidad produce a estas damas que se bajan de camionetas de 400 millones de bolívares en cholas aloha y portando una cartera Louis Vuitton. Esta revolución donde se privilegia al corrupto por encima del profesional, es la que produce a esos gritones de restaurante, que piden otra botella de 21 años mientras degustan una morcilla con chicharronada. Y lo más grave: esta revolución ignara y carente de valores es la que produce esa especie sub humana de venezolanos que cree que porque llevan una franela roja, tienen derecho a agredir y despojar de sus bienes al restos de los venezolanos.

El caso de la familia de Valentina Quintero, expulsados de su pequeña finca de Caruao porque le dio la gana a un consejo comunal que desconoce títulos legales y por unas autoridades cómplices que no se atreven a contener el salvajismo de sus compañeritos rojos, es el retrato de la revolución. Este salvajismo es que el acabará con la revolución. Porque venezolanos atropellados como los Quintero son cada vez más, el abuso suma cada vez más personas opuestas al régimen. La Venezuela que defiende los valores de la libertad de expresión y de la propiedad, que lucha por la protección de los derechos ciudadanos, que exige el cumplimiento de los servicios básicos, que no quiere que Venezuela sea este país donde impera la ley del más fuerte, este territorio anárquico y sin reglas justas, va siendo mayoría.

Cuando llegue el fin, yo pregunto ¿en cual madriguera se van a esconder de la justicia esta piara de abusadores, invasores y corruptos? ¿Cual país va a acoger a los violadores de derechos humanos? Y lo que más preocupa ¿quien podrá detener la ira de un pueblo atropellado y ofendido tantos años? Será el momento de apelar a los códigos de conducta impuestos por nuestra mayoritaria fe católica, por la educación y la academia, por los valores heredados, para retomar la senda de un país democrática y evitar el camino de la venganza. Sólo justicia y paz deben ser los objetivos. Hay que ir preparando este camino.

charito @movistar.net

29 de mayo de 2009

Tenemos orquestas juveniles e infantiles por doquier

Publicado por Hugo

En nuestro país tenemos el orgullo de contar con el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, que es admirado y respetado por todos, no sólo por nosotros, los amantes de la música.

Los integrantes de estas orquestas habitan en diversas partes de Venezuela donde funcionan orquestas locales. Para entrar a sus conciertos hay que tener suerte, porque las entradas se agotan apenas los anuncian.

Algunos consideran que ser miembro de la orquestas es un paso muy importante en la carrera de los músicos sinfónicos de nuestro país.

Muchos de sus miembros han recibido apoyo para estudiar en prestigiosas escuelas y conservatorios en todo el mundo.

La insignia del Sistema es la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana a la que concurren los mejores músicos de las orquestas que existen en ciudades y pueblos.

El fundador del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, el maestro José Antonio Abreu, siempre dice que lo que él ha desarrollado es en realidad una obra social para abrir caminos a los niños y jóvenes venezolanos. De hecho, el "Sistema" nació en 1975 con el nombre de Acción Social para la Música.

"Un millón de niños y 20 mil maestros". Esa es la meta de José Antonio Abreu para los próximos diez años al recibir la primera edición del Premio Frederick Stock, creado por la Orquesta Sinfónica de Chicago.

La clave del Sistema, dijo Abreu en una entrevista difundida por televisión, está en hacer que cada núcleo -la orquesta local- se convierta en una prolongación de la familia que llene el vacío afectivo que trae la pobreza.

Otra clave es la incorporación de los padres en los estudios musicales de sus hijos: "Que el niño vea que su trabajo tiene éxitos. Que toque desde el principio. Que el niño vea a su mamá feliz. Eso le trae autoestima".

La obra de José Antonio Abreu ha sido reconocida con numerosos premios internacionales. La Unesco otorgó en 1993 al sistema el Premio Internacional de la Música y en 1998 concedió al maestro Abreu el título de Embajador de Buena Voluntad para la Música y la Paz y a los jóvenes que forman parte del sistema de orquestas, el de Artistas por la Paz.

Además, Abreu fue designado por este organismo delegado especial de la Organización para el Desarrollo de Naciones Unidas para impulsar del Sistema Mundial de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles, misión que tiene como finalidad la promoción y difusión del modelo venezolano por todo el mundo.

Doctor honoris causa por el Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra (Boston, 2002) y por las universidades Católica Andrés Bello y Nacional Experimental Francisco de Miranda, ambas de Venezuela, el maestro Abreu recibió en 2007 el Premio Don Juan de Borbón de la Música, en su segunda edición.

29 de julio de 2007

"Mi querida Venezuela"

Carta de Jacinto Convitt

Te escribo con el objeto de rendirte cuentas sobre la utilización de gran parte de mi tiempo como médico, a partir del mes de octubre de 1938, fecha en la que obtuve el grado de doctor en Ciencias Médicas en la Universidad Central de Venezuela.

Ingresé en la misma fecha de mi graduación a la Leprosería de Cabo Blanco como residente y esto representó un hito en mi vida profesional, la que te dediqué con especial entrega desde su inicio.

Las condiciones en las que se encontraba dicha leprosería eran lamentables: estaba concebida para realizar el aislamiento compulsorio de enfermos provenientes de toda tu geografía, ya que no se disponía de un medicamento efectivo para el tratamiento de la lepra, contándose únicamente con el aceite de Chaulmoogra, de muy dudosa eficacia.

El primer esfuerzo que se hizo para cambiar esa grave situación fue organizar un equipo de investigación para establecer como actividad fundamental encontrar un medicamento eficaz. Mi entusiasmo para ofrecer bienestar a tus hijos fue compartido por otros compañeros.

Este equipo humano estuvo formado por ocho estudiantes de medicina de la Universidad Central de Venezuela, entre quienes permanecieron al graduarse los doctores Pedro Lapente y José de Jesús Arvelo, añadiéndose posteriormente al grupo los doctores Enrico Rassi y Zino Castellazzi, de origen italiano, y años después la doctora Nacarid Aranzazu. La búsqueda de medicamentos eficaces para el tratamiento fue larga y difícil, necesitándose como unidades de apoyo dos laboratorios: clínico y farmacéutico, lo que se resolvió con el ingreso de la doctora Elena Blumenfeld, médica, y el doctor Antonio Wasilkouski, farmacéutico, ambos de origen polaco. Siempre hemos contado con personas de otras latitudes que también han querido brindarte su amor.

Después de algunos años de investigación, logramos determinar que un derivado de un compuesto (Sulfota), Diamino-Difenil-Sulfona (DDS) y la Clofazimina, tenían suficiente efectividad para curar la enfermedad. Esto tuvo una feliz consecuencia: eliminar el aislamiento compulsivo y por tanto, las leproserías donde éste se realizaba.

Tú, mi Venezuela, fuiste la primera de las naciones en el mundo en mostrar que la dignidad del ser humano enfermo de lepra debe ser preservada.

En los años subsiguientes, en la década de los sesenta, llevé a una reunión convocada por la Organización Mundial de la Salud en Londres, junto a investigadores de otros países que trabajaron en un proyecto similar al nuestro, los resultados de nuestra experiencia. Se preparó un trabajo científico publicado en el boletín de esa Organización (Bull. Org. Mond. Sant., 42: 667-672, 1970) denominado: Therapy of Leprosy, realizado por Convit, J., Browne S.G., Languillon, J., Pettit, J.H.S., Ramanujam, K., Sagher, F., Sheskin, J., Des Souza Lima, L., Tarabini, G., Tolentino, J., Waters, M.F.R., Bechelli, L.M. y Martínez Domínguez, V.

Los avances señalados sirvieron de base para el programa de Poliquimioterapia de la Lepra, difundido por la OMS en todos los países endémicos, suministrándose sin costo alguno los medicamentos para tratar a todos los enfermos existentes.

Este programa funciona actualmente.

El objetivo más satisfactorio del esfuerzo realizado fue la eliminación de las leproserías, pasando el enfermo, de esta forma, a ser tratado en servicios de campo creados para dichas actividades.

En este aspecto deseo informarte la importancia que tienen estas actividades de campo, donde el enfermo es curado de su afección sin detener las actividades como ciudadano. Y el orgullo que sentimos en lograrlo.

Aprovecho esta oportunidad para mencionar a Alirio Lomelli, extraordinario médico cuya vocación hacia ti le permitió lograr en Trujillo, su estado natal, la más hermosa cruzada en bien de los enfermos de lepra.

También te ofrezco, Venezuela, 20 años de esfuerzo durante los cuales desarrollamos dos modelos de vacunación comparables, dirigidos al control de la lepra y Leishmaniasis, enfermedades éstas que la sufren buena parte de los pueblos que te habitan.

Ambos modelos son efectivos en la inmunoterapia de dichas afecciones.

Refiriéndose a la Leishmaniasis cutánea, haz de saber que desarrollamos una vacuna que resultó muy eficaz en el tratamiento, lográndose 95% de curaciones sin fenómenos secundarios. Como esta vacuna fue concebida como un instrumento social, será por lo tanto sin costo alguno para el enfermo.

De esta manera ha sido posible economizar, aun cuando somos beneficiados con tu generosa presencia de recursos, cerca de siete mil millones de bolívares anuales.

Lo mejor que tienes son tus hijos, particularmente las nuevas generaciones. De ellas queremos ocuparnos con lo mejor que hemos aprendido: nuestro amor por la ciencia. Tenemos el empeño de acercar la cultura científica a las nuevas generaciones a través de documentales que favorezcan su interés por la vida, por la investigación, la solidaridad con el prójimo, el desarrollo de un espíritu curioso y crítico. Ya venimos ofreciendo dos obras: Ciencia y arte: la cru zada que devolvió los derechos humanos a los enfermos de lepra y Los secretos del volcán. Deseamos que la valoración que se tenga de tus mejores centros de saber: tus universidades autónomas, sea una cultura cultivada desde tus escuelas.

Venezuela, te envío un mensaje de aliento para los pueblos que albergas: Hay mucha gente con un lenguaje depresivo, de que estamos mal. Y creo que, al contrario, tenemos que formar a los jóvenes con la capacidad de superar las situaciones sin importar las dificultades que se encuentren. Debe haber un cambio de actitud: los venezolanos hemos sido por mucho tiempo espectadores y estoy seguro de que esa mentalidad está cambiando, hay un deseo de crecer y cultivar en tu seno mejores condiciones. No podemos seguir teniendo gobiernos que actúan como padres que lo dan todo; eso tiene que ser conscientemente descartado. Los seres humanos aman más el esfuerzo y la producción hecha por ellos mismos. No hay nada más destructivo que vivir del esfuerzo de otros.

Venezuela, tienes un grupo muy distinguido de investigadores científicos, no hay la menor duda de eso. Gente que ha producido cosas importantes. Pero la sociedad civil no ha entendido que el desarrollo de la ciencia condiciona la evolución de los países. Un país que no tenga una ciencia evolucionada será siempre un país de tercera o cuarta categoría. Todas las grandes naciones le dedicaron a la ciencia un esfuerzo gigantesco. Y aún hoy lo hacen. Es deplorable que la ciencia actual, en parte, la han dirigido para destruirnos a nosotros mismos; es decir, parte de esa investigación se realiza para la guerra.

Es ya el tiempo de que todos los que te amamos, así como a nuestro pueblo, hagamos un esfuerzo conjunto para eliminar la pobreza y la falta de una educación esmerada basada en la libertad y autonomía, como seres humanos que deben ser formados para gozar de una solidaridad profunda y de un amor hacia ti y tu naturaleza y por nuestro Dios, a fin de que sea erradicada la violencia reemplazada por un amor sin fronteras, antídoto del odio, de la envidia y de la mezquindad.

Te agradezco el haber sido formado en tu seno y el haber entendido en mi tránsito en la vida asentado en ti, que es el trabajo compartido en equipo, consciente y sostenido, el más fructífero. Ayúdanos a entender para tu mayor esplendor que eso es así.

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